martes, 8 de marzo de 2011

Maravilloso Dios

Y el Hijo, que es reflejo resplandeciente de la gloria de Dios e imagen perfecta de su ser, sostiene el universo valiéndose de su palabra poderosa, y, después de habernos purificado del pecado, comparte en las alturas, junto al trono de Dios, su poder soberano. (Heb 1:3 AF)

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